Si pensamos en cualquier habitación de nuestra casa, lo más probable es que tenga las paredes y el techo de color blanco, beige, arena o gris. Y es que los tonos neutros son los más elegidos a la hora de pintar grandes superficies, porque aumentan la luminosidad y generan sensación de amplitud.
Pero no son la única opción disponible: los colores oscuros también pueden utilizarse en las paredes. La clave es usarlos de manera correcta, teniendo en cuenta factores como la iluminación, el contraste y la paleta cromática. A continuación, compartimos las claves para lograrlo.
Cómo aplicar colores oscuros en las paredes
Lo primero que hay que tener en cuenta es la luz que recibe la habitación elegida, tanto natural como artificial. Si las aberturas dejan entrar una gran cantidad de luz solar, entonces es una buena candidata para probar con un color oscuro.

Si no es el caso, lo mejor es inclinarse por una base clara. ¿Por qué? Porque un tono oscuro en un cuarto con poca luz puede hacer que parezca más reducido. La luz artificial, en tanto, es más fácil de modificar: si no es suficiente, se pueden agregar lámparas de pie o de mesa.
En segundo lugar, hay que considerar el balance entre los tonos claros y los oscuros. Se puede, por ejemplo, pintar una sola pared oscura, o bien dos muros que formen una esquina. Un buen tip es que sean los que tienen puertas y ventanas, para mantener el equilibrio en la iluminación.

Otro aspecto fundamental es elegir el color. En general, los verdes oscuros funcionan muy bien, al igual que la gama más oscura del taupé o gris topo. Los tonos azules, en tanto, son grandes aliados de los dormitorios porque transmiten serenidad.
Por último, ayuda generar contraste a través de los muebles y los accesorios. En un ambiente de tonos oscuros, los colores suaves y los materiales naturales resaltan más, por lo que es buena idea usar muebles de maderas claras, textiles neutros y cuadros y láminas en las paredes.