El estilo de decoración minimalista tiene algunas bases bien definidas: colores neutros, pocos objetos, muebles de líneas simples, materiales nobles y espacios amplios y luminosos. Su esencia es “menos es más”.
Pero, llevado al exceso, puede terminar estandarizando la decoración, al punto de que muchas viviendas se terminan pareciendo.
Y es que este movimiento no se lleva muy bien con la diversidad de colores, materiales y objetos.
Y, muchas veces, los elementos que más hablan de nosotros y que pueden aportar personalidad a nuestra casa se alejan de esa base neutra y sobria que impone el minimalismo.

La buena noticia es que podemos tener varios objetos de decoración y mantener el buen gusto. Para mantener el orden visual, ayuda elegir una paleta cromática, estampado o material que actúe como hilo conductor. A continuación, algunos ejemplos de espacios “cargados” que funcionan:
Un base cálida
En este espacio, conformado por un living y un comedor, se perciben muchos elementos decorativos pero en armonía. ¿El truco? La base de colores cálida.
Las paredes son de un rosa pálido que combina con el bordó presente en la lámpara, el almohadón del sillón y los cuadros; y se diferencian del azul que prima en el sillón, las lámparas, la alfombra y algunos de los objetos de la estantería. La madera clara de la mesa y del mueble suma neutralidad.
Mezcla de texturas y estilos
Este es otro ejemplo de cómo pueden convivir distintos estilos y materiales. Las paredes blancas y el suelo de madera clara aportan una base neutra.
La madera oscura de los sillones individuales encuentra eco en la estantería y en las mesas antiguas apoyadas contra la pared.

El dorado, en tanto, suma luz y personalidad desde la mesa central, el espejo y la estufa a leña. Los tonos azules de la alfombra resuenan con los de los cuadros; y la lámpara de techo y los adornos sobre la mesa se vuelven protagonistas.